La lectura es una
técnica aprendida, cuantos malos ratos pasamos en aquellos primeros años de
nuestra infancia uniendo vocales y consonantes, pronunciando sonidos correctamente
y luego cuando creímos superada esa etapa nos enfrentamos a otra que nos
demostraba que aun estábamos en pañales: comprender y darle sentido a párrafos
completos a hojas enteras incluso todo un libro, ver esa cantidad de vocales y
consonantes juntas con todo tipo de sonido y tener que entenderlas porque de
ello dependía aprobar un examen.
Ya con cierta
madurez intelectual cabe una pregunta ¿Qué significa la lectura para mí hoy?
Cuantos documentos
hay a nuestro alcance en la actualidad que pueden enriquecer nuestros
conocimientos, darnos herramientas para
enfrentar las demandas que se nos
presentan a diario, o simplemente entretenernos o darnos una visión distinta
del mundo, enseñarnos que mas allá de nuestros horizontes hay “otro mundo”
ansioso por ser descubierto.
Hace poco leía las
reflexiones de una escritora que sentía la frustración de ver la indiferencia
entre los lectores, se preguntaba: qué
sentido tenía escribir si nadie tenía interés en leer lo que escribía. Su
desanimo era tal que sus palabras se grabaron en mi mente
haciéndome reflexionar cada vez que pienso en esto, tal vez suene a tontería
pero viendo la realidad que nos rodea creo firmemente que si dedicáramos un pequeña parte de nuestro
tiempo a la lectura seriamos mejores personas y nuestro mundo seria ese lugar
hermoso que el afán de la vida nos ha quitado el derecho a soñarlo.